TRANSGENICOS
La historia de los transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM) es breve, pero vertiginosa.
Los primeros ensayos de manipulación genética se hicieron a comienzos de los años ’80 y a mediados de los ’90 ya había alimentos transgénicos en el mercado. Los transgénicos aparecieron en 1996, en 23 marcas de cereales en Estados Unidos, Canadá y Japón. El desarrollo y comercialización de esta nueva tecnología sufrió una concentración meteórica en manos de un puñado de grandes transnacionales que encabezan dos mercados clave para la agricultura industrial: semillas y agroquímicos.
Cada día cobra mayor relevancia el tema de alimentos transgénicos y se nota una mayor reticencia a su consumo o, al menos, a una clara identificación de los alimentos que los contengan.-
En efecto, sobre todo en el Parlamento Europeo, se ha determinado con fecha 2 de julio de 2003, que será obligatorio el etiquetado de todos los alimentos transgénicos, para que los consumidores del continente elijan si desean comerlos o no. Dicha prohibición es abarcativa de todos los productos genéticamente modificados, ya sean materias primas, sus derivados o los alimentos elaborados a partir de tales ingredientes. Incluso la ley recientemente sancionada ordena la identificación de la carne y la leche de animales alimentados con granos transgénicos.
Esta legislación perjudica a la República Argentina, que es el segundo productor mundial de organismos genéticamente modificados, con ventas en el orden de los 2.000 millones de dólares anuales.
Sabida es la posición de los gobiernos argentinos desde el año 1996, en cuanto a alentar la producción y el consumo de alimentos transgénicos, razón por la cual no ha visto con buenos ojos la normativa dictada. Inclusive pretende incoar una denuncia por ello ante la Organización Mundial de Comercio para que se revea la medida adoptada.
La Argentina se ha opuesto al etiquetado de los productos OGM en razón de entender que dichos cultivos son similares a los convencionales.
La mayor parte de los embarques argentinos hacia Europa (U$S 1.500 millones anuales) está formado por harina de soja para alimentación del ganado, pero luego de la devaluación se incrementaron fuertemente los envíos de alimentos con mayor valor agregado, muchos de ellos provenientes de granos modificados.
La tendencia al etiquetado obligatorio de OGM es creciente. En el mes de mayo de 2003, Brasil lanzó una legislación similar, la que está suspendida por la protesta de Argentina.
Según la Unión de Consumidores de Japón, el 80 % de los japoneses no quiere comida manipulada genéticamente, por más que el gobierno garantice su seguridad y según la CEPAL se fortaleció en el escenario mundial la opción por la agricultura orgánica que rechaza el uso de organismos modificados genéticamente y el empleo de agroquímicos.
Se estiman proyecciones para el año 2010 que los OGM moverán unos U$S 25.000 millones.
«Ningún científico puede decir que ocurrirá a largo plazo con los OGM», según explica Roque Pedache, del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Buenos Aires.
Dice Elsa Comagro de la Estación Experimental Balcarce del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que los OGM «aún no se puede asegurar que sean inocuos para la salud humana» y respecto del impacto ambiental que no existen pruebas ni en el mediano ni en el largo plazo que aseguren que no alteren el ecosistema.
Son varias las voces que se han alzado sobre las consecuencias que el cultivo de OGM puede traer al ecosistema. Los OGM pueden afectar a las especies silvestres o emparentadas que son susceptibles a determinados insectos y a medida que se van multiplicando altera a dichos insectos. También el ecosistema puede sufrir otras alteraciones como la aparición de malezas resistentes.
A fines del mes de junio de 2003, sesionó en la ciudad de Buenos Aires el Foro de Resistencia a los Transgénicos, con la presencia de referentes intelectuales del movimiento ambiental de América latina y Centroamérica.-
La historia de los transgénicos u organismos genéticamente modificados
(OMG) es breve, pero vertiginosa. Los primeros ensayos de manipulación genética se hicieron a comienzos de los años ’80 y a mediados de los ’90 ya había alimentos transgénicos en el mercado. Los transgénicos aparecieron en 1996, en 23 marcas de cereales en Estados Unidos, Canadá y Japón. El desarrollo y comercialización de esta nueva tecnología sufrió una concentración meteórica en manos de un puñado de grandes transnacionales que encabezan dos mercados clave para la agricultura industrial: semillas y agroquímicos.
La bióloga ecuatoriana Elizabeth Bravo, la lingüista nicaragüense Magda Lanusa y la ingeniera agrónoma uruguaya Carmen Améndola, participantes de la reunión, efectuaron las siguientes interesantes consideraciones al diario Página 12 para explicar por qué consideran que hay que resistirse a los alimentos transgénicos, los que a continuación reproducimos:
¿Qué es un transgénico? Elizabeth Bravo: -Es un organismo al que se le incorpora información genética de otro, en la mayoría de los casos rompiendo los límites de reino. Existen cinco reinos: animal, vegetal, hongos, bacterias y protozoos (amebas, algas microscópicas). Normalmente uno puede mezclar naranjas con mandarinas, que pertenecen no sólo al mismo reino sino al mismo género, citrus. Pero en el caso de los transgénicos estamos cambiando información genética con organismos totalmente diferentes, dentro y fuera del reino.- ¿Qué hacen esos genes? E.B.: -Son genes que pueden intercambiar información genética con las bacterias. Y en el momento que nosotros consumimos soja, por ejemplo, puede ser que esos genes de resistencia a antibióticos sean incorporados en la flora intestinal.-¿Con qué fin se desarrollan alimentos transgénicos? Carmen Améndola: -Desde el punto de vista técnico, es para que el nuevo individuo tenga alguna característica. En el caso de la soja rr, es resistencia a un herbicida. Entonces, el agricultor puede poner un herbicida por encima de esa soja cuantas veces quiera, que no la va a matar, mientras que en la soja no transgénica el herbicida se echa en la tierra. Pero en el fondo de todo eso, el objetivo es vender. En este caso, la misma empresa tiene patente de la construcción de soja y del herbicida, el Roundup. -¿Qué otras aplicaciones ha tenido? C.A.: -Eso es lo que más hay en el mundo. El otro producto es el maíz bt. Se le incorpora a ese maíz la información de una bacteria que hay en el suelo y es contra el ataque de plagas.También está el algodón bt, contra insectos. Y también se lograron las dos características combinadas .-Quienes están a favor de la biotecnología dicen que los transgénicos vienen a aliviar el hambre del mundo, que podrán hacer alimentos con vitaminas…E.B.: -Pero eso es súper difícil. Los únicos exitosos son esos dos y un poco de resistencia a virus en la papaya. Por ejemplo, se experimenta con un arroz que se llama dorado, que se supone que le han puesto vitamina A para que los niños del Asia superen una deficiencia de ceguera. C.A.: -El tema es que la ceguera en esos niños es históricamente reciente y es justamente porque se perdieron cultivos en Asia ricos en vitamina A, como la papaya. El consumo de arroz que tendrían que hacer estos niños para superar el problema es de un kilo por día. -¿Qué pasaría en el ámbito de los transgénicos con la firma del ALCA? Magda Lanusa: -El ALCA apunta a que se den marcos legales en los cuales no existan posibilidades de que los gobiernos o incluso los ciudadanos puedan poner restricciones a los productos genéticamente modificados o a la comercialización entre países.-¿En la Unión Europea no desarrollan transgénicos? E.B.: -Sí. En la Argentina se debate que la guerra contra los transgénicos es entre Europa y Estados Unidos porque Europa no tiene transgénicos, pero la segunda empresa más grande de transgénicos es Syngenta, que es una empresa europea. Bayer, que también está en el campo, es una empresa europea. O sea, grandes empresas están en el tema, lo que pasa es que no se les permite sembrar. Los europeos no quieren contaminar sus áreas con transgénicos. C.A.: -Europa no lo admite porque la sociedad se ha opuesto. Desde 1998, la Unión Europea requiere etiquetado de todos los alimentos modificados genéticamente. Y ya ratificó el Protocolo. Lanusa es miembro de la ONG Centro de Estudios Internacionales de Nicaragua y activista en temas de desarrollo y medio ambiente. En su país, cuenta, empezaron a prestar atención a los avances de la ingeniería genética a partir de un acuerdo bilateral firmado con Estados Unidos en 1998. «Hasta el momento, el país no tenía ninguna legislación al respecto. Estados Unidos le imponía, prácticamente, adecuar su legislación nacional a una ley internacional que se llama Unión Para Protección de las Obtenciones Vegetales», dice la lingüista. El otro problema, agrega, fue que Centroamérica recibe cada año más ayuda alimentaria; que ha introducido cantidad de semillas transgénicas, sobre todo maíz, proveniente de EE.UU. La otra vía de distribución de transgénicoshan sido las grandes cadenas de supermercados que importan alimentos desde EE.UU. Pero hasta ahora no se han permitido los ensayos ni cultivos comerciales de transgénicos dentro de Nicaragua. -¿Ya se notó la influencia de la entrada de estos productos en Centroamérica? M.L.: -La crisis es gravísima porque nos están empujando a que dejemos de producir nuestra propia comida para tener los recursos y comprar los excedentes de los transgénicos que Estados Unidos no puede colocar en el mercado Europeo o en Asia. Un poco más abajo del mapa de América, Ecuador presenta algunos problemas bastante parecidos. Eso relata Elizabeth Bravo. «Mientras no tengamos normas, no se puede entrar transgénicos a Ecuador», cuenta. «Pero también sucede que en el 2001 empezamos a recibir ayuda alimentaria de Estados Unidos, hicimos muestras y descubrimos que se trataba de transgénicos. Se les mandaba a los niños de 6 meses a dos años soja y a las madres lactantes. Entonces, comenzamos una campaña y los ministerios se pusieron en contra y discontinuaron el programa.» -En la Argentina hay una campaña que fomenta el consumo de soja; ¿creen que tiene que ver con esta avanzada de los transgénicos? M.L.: -En la Argentina se creó un marco legal muy temprano para los transgénicos, a principios de los ’90. Hoy se cultivan unas 13 millones de hectáreas de soja, de las cuales el 95 por ciento son transgénicas. Esto no pasa en ninguna parte del mundo. La Argentina, prácticamente, se ha convertido en monoproductor de ese cultivo, en un proceso en el que el campo dejó de tener agricultores para tener dueños de industria de producción de alimentos. C.A.: -La soja es del Sudeste Asiático y tiene una cultura de consumo que no tiene nada que ver con lo que se está promoviendo acá. Además, otro tema son los subproductos que se utilizan para la alimentación agroindustrializada. Hay estudios que, en el caso de Brasil, demuestran que el 70 por ciento de los productos que hay en góndola tienen derivados de soja porque se usan como conservantes, estabilizantes, una serie de funciones para productos que deben tener un determinado período de preservación. -¿Cuál es la alternativa a los transgénicos? M.L.: -En Nicaragua, lo que se ha trabajado a nivel de comunidades rurales es aumentar los campos productivos de agroecología, no necesariamente orgánicos sino alimentos y granos que sean capaces de reproducirse en una variedad muy amplia, con rotación de cultivos, que permitan una soberanía alimentaria de las familias. C.V.: -Respaldamos un modelo de agricultura sustentable basado en los conocimientos tradicionales de las comunidades campesinas, bajo control de las mismas comunidades y orientado a la protección de la soberanía alimentaria de nuestros pueblos. En la Argentina lo están llevando adelante el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, la Red De Agricultura Orgánica de Misiones, el Movimiento Agrario Misionero, el Movimiento Campesino de Formosa y algunas organizaciones de agricultores familiares en el Gran Buenos Aires, entre otros.-
POSICION DE PROCONSUMER:
Como corolario de todo lo expuesto, dejamos sentado que Proconsumer impulsa el etiquetado obligatorio de los OGM: Se sabe demasiado poco sobre las consecuencias ecológicas de la manipulación de genes. El primer error fue no hacer participar a los consumidores (y otras partes interesadas) en el proceso de análisis de los riesgos. Deben analizarse otras cuestiones que las referidas a la seguridad. ¿Sabemos si los alimentos genéticamente modificados con nutrientes esenciales agregados realmente prevendrán las deficiencias nutricionales mejor que los métodos más simples de dar estas vitaminas junto con la vacunas?; ¿la producción de estos alimentos podría llevar a un desarrollo sustentable?; ¿cuáles son los efectos de las plantas GM sobre el medio ambiente?; ¿estas plantas podrían producir otras transferencias de genes a las plantas tradicionales?.
Debería estar vigente un marco regulatorio para desarrollar serias evaluaciones previas al mercado (no análisis ad hoc después que los productos ingresaron en el mercado).
Resulta de todas maneras inalienable el derecho de los consumidores a estar informados, a su seguridad y a un medio ambiente saludable (Directrices para la Protección del Consumidor de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 9 de abril de 1985).
Fuentes: diarios Clarín, Ambito Financiero, Página 12 y Greenpeace.-